jueves, 24 de marzo de 2016

LIBRO:CORRER ENTRENAMIENTO DE LA FUERZA MENTAL

VIDEO:Informe Robinson - Especial Campeones (1/7)

VIDEO:Johan Cruyff contra Franz Beckenbauer 1/3

Entrenamiento de las capacidades coordinativas en las edades infantil y juvenil.

Entrenamiento de las capacidades coordinativas en la edad preescolar.

 En el transcurso del desarrollo individual, las capacidades coordinativa y de condición física no coinciden en cuanto a sus momentos de entrenabilidad óptimos (cf. Israel, 1977, 989). Desde el punto de vista biológico, el terreno está preparado para el desarrollo de la coordinación motora mucho antes de estarlo para el perfeccionamiento de los factores de rendimiento de la condición física. De acuerdo con estudios recientes, la regulación neuromuscular o sensomotora y la conducción de movimientos pertenecen al ámbito de las funciones elementales, cuya adquisición y desarrollo básicos se producen en un momento muy temprano de la vida. Por ello las carencias en las capacidades coordinativas se explican, según Winter (1976,72), no sólo por circunstancias hereditarias, sino también por un fomento insuficiente en los primeros años de vida; las asombrosas diferencias entre niños entrenados y no entrenados dan a entender que en la edad preescolar el potencial de desarrollo de las capacidades coordinativas está muy lejos de haberse agotado (v. Meinel, 1976, 329). Por ello se señala a menudo, lógicamente, la necesidad de desarrollarlas en el momento más temprano posible; es opinión extendida que no existe un momento demasiado temprano (Lewin, 1965, 18 s.; Winter, 1976, 71; Meinal, 1976,
329 s.; Israel, 1977, 989, entre otros), sino únicamente métodos deficientes, esto es, aún no adaptados suficientemente al estadio del desarrollo infantil (Winter, 1976, 72).
Así pues, los niños de edad preescolar deberían adquirir un abanico de destrezas motoras más o menos sencillas, para disponer de una base de partida suficientemente desarrollada en las fases de aprendizaje óptimas y mejorar así la eficacia de la enseñanza.
No obstante, hemos de hacer hincapié desde un primer momento en que las destrezas motoras se aprendan de la forma correcta, pues la posterior sustitución de un estereotipo motor aprendido de forma errónea –pulido de movimientos (cf. pág. 572)– requiere, en el llamado reaprendizaje, un gasto de energía y unas capacidades neuronales incomparablemente mayores que la adquisición de una destreza motora aprendida con exactitud desde un primer momento (cf. Demeter, 1981, 64; Hotz/Weineck, 1983,
44).
Para la ampliación selectiva del repertorio de movimientos interesa que la tarea planteada sea multilateral y rica en variaciones, y que la frecuencia de ejercicio sea suficiente.

Entrenamiento de las capacidades coordinativas en la edad escolar temprana

La elevada plasticidad de la corteza cerebral permite en esta edad un desarrollo pronunciado de las capacidades coordinativas. No obstante, dado que la inhibición de la diferenciación –producida por un predominio de los procesos de excitación frente a los de inhibición– no está suficientemente consolidada, el analizador cinestésico (“sentido muscular”) está aún poco desarrollado, por lo que la exactitud de los movimientos pierde calidad en cuanto a sus rasgos estructurales espacio-temporales.
El predominio de los procesos de excitación va asociado además a una marcada irradiación de las excitaciones; de esta manera los rastros de la actividad neuronal aún no fijados se borran con facilidad, y la corteza cerebral –como lugar del almacenamiento de la memoria– es incapaz de retener las conexiones funcionales –bucles motores– de los centros encefálicos estimulados de manera conjunta o sucesiva. Por ello, en esta edad una buena capacidad de aprendizaje no va asociada a una capacidad paralela de retención de los movimientos aprendidos (cf. Demeter, 1981, 78).
Una capacidad de diferenciación escasamente desarrollada y la carencia de “capacidad de atención motora” exigen que en esta edad se profundice en el aprendizaje para que el proceso de enseñanza tenga éxito (cf. Hotz/Weineck,1983, 47); el objetivo de dicha profundización es, más allá del aprendizaje del movimiento deseado, una precisión suficiente y una estabilidad del movimiento.
Dado que las capacidades coordinativas se desarrollan de forma individual y en momentos diferentes (figs. 382 y 383 y tabla 64), el conocimiento de las fases de su desarrollo intensivo reviste una gran importancia para influir sobre ellas de forma sistemática y eficaz (Hirtz, 1976, 288).
Podemos indicar, de acuerdo con Hirtz (1976, 385) y Stemmler (1977, 278), que la edad escolar temprana (7-10 años) es el momento de desarrollo intensivo idóneo papara perfeccionar la capacidad de reacción deportiva, la capacidad de frecuencia elevada de movimientos, la capacidad de diferenciación espacial, la coordinación bajo presión de tiempo (en chicos y chicas), la capacidad de equilibrio y la destreza (chicas). Por ello, la tarea de un entrenamiento selectivo (escuela, club deportivo) en esta
edad consistirá en dar prioridad al trabajo de estas capacidades específicas.
Sin embargo, no hemos de olvidar que esta edad, favorable para el aprendizaje motor, es apropiada sobre todo para el aprendizaje de destrezas motoras sencillas, pero no para destrezas en las que se coordinan varias secuencias simultáneas dentro de un trabajo selectivo, rápido y periférico (Ungerer, 1970, 39).

Entrenamiento de las capacidades coordinativas en la edad escolar tardía

La maduración definitiva de la corteza cerebral motora, que tiene lugar en la edad escolar tardía, permite una buena interacción de la motricidad involuntaria, asociada al tronco encefálico, y voluntaria, cortical (cf. Kiphard, 1970). La plasticidad de la corteza cerebral, que sigue siendo elevada, así como la mejora de la capacidad de percepción (incremento de las capacidades analizadoras) y del procesamiento de la información permiten a los niños aprender destrezas motoras nuevas con una velocidad extraordinaria.
Otros factores que desempeñan un papel relevante en esta edad son las relaciones fuerza/palanca, especialmente favorables (la musculatura de la extremidad superior mantiene, frente a la de la extremidad inferior, una relación de 27:38; la relación en el adulto se sitúa en 28:54 [cf. Demeter 1981, 24]), y un peso corporal reducido.
Esta fase de la capacidad óptima de aprendizaje motor (Bringmann 1973, 846) se caracteriza por una mejora de las capacidades de regulación y combinación motoras (Meinel, 1976, 360), de diferenciación temporal, de reacción y de ritmo (Hirtz, 1977, 509); por ello, el proceso del entrenamiento debería dar prioridad al trabajo de dichas capacidades (cf. fig. 382).

Figura 382. Perfeccionamiento detallado de las capacidades coordinativas en la clase de educación física en los primeros diez años escolares (de Hirtz, 1978, 343).

MANUAL DE LAS CIENCIAS DEL ENTRENAMIENTO: FÚTBOL

⚽ Con frecuencia, los jugadores jóvenes consiguen suficiente entrenamiento físico mediante ejercicios y juegos regulares. En un estudio dan...